“Que se entere el mundo que no importa nada más”. Malú en Murcia

Más de 30 grados y un cielo completamente azul, que resplandecía en las ardientes vayas de la Plaza de Toros. Poco importaba para los que desde temprano en la mañana permanecían haciendo la cola, buscando posicionarse lo más cerca posible de su artista. Era el momento que llevaban años esperando, el regreso más ansiado. Malú volvía a los escenarios de Murcia, con toda su impronta y sus contradicciones, recordando sus orígenes y abrazando su presente. Pisando fuerte y entregándose en cuerpo entero, en su mejor momento.

Un show enérgico, pensado para quedarse grabado en la retina y en el corazón. Divertido y por momentos nostálgico, emotivo y muy dinámico.

Una noche que se extendió más allá de los muros y que dejó a muchos con la satisfacción de los deseos materializados y el recuerdo imborrable de un repaso necesario.

Fotografía: María Noel Robaina

La mirada firme, la melena al viento, los movimientos desprejuiciados.

Una Malú empoderada y libre, de pasos furiosos se abría paso con ‘Ingobernable’. La reacción fue inmediata, las voces se alzaron, entre globos rojos y pulseras fluorescentes; mientras en el escenario, con movimiento agresivo de hombros y la furia en los labios, Malú hacía temblar el suelo con la fuerza de un huracán.

Jugó con su pelo y se mordió los labios con firmeza en ‘Abran fuego’. Dio paso al movimiento libre de caderas en ‘Contradicción’, y jugó con sus manos acariciando figuras en el aire, en ‘Me fui’.

El público se desgarró la garganta cantando ‘Deshazte de mi’; mientras ella los escuchaba, balanceándose hacia atrás y adelante, cerrando sus ojos e inclinando su cabeza hacia atrás.

Hizo alzar los brazos de todos en ‘Deshielo’ y se desapareció corriendo tras la cortina negra del escenario. Y sus músicos, hicieron saltar la platea con un sonido duro de guitarras entre luces amarillas y púrpuras.

Fotografía: María Noel Robaina

Tres niñas pequeñas, recostadas sobre el pasto, miran una de las pantallas gigantes a los lados del escenario. Más atrás, dos chicos se abrazan y se besan con el deseo de los recién enamorados y la mirada de quienes se conocen el alma. En el escenario, Malú canta Mil batallas’, de vestido negro y plateado; el pelo ondulado y dócil, con la sabiduría de quien se volvió a levantar y la mirada cristalina de quien ha desnudado los sentimientos.

“Que bonito es quererte”, canta; y las miradas se vuelven para encontrarse unas con otras, con los ojos chiquitos y la sonrisa tierna. Hay amigos, hay amantes, hay madres e hijas, y varias generaciones. Están los que la siguen desde el comienzo de su carrera y los que la están descubriendo junto con el mundo y la vida.

Están los de siempre y los nuevos, la diversidad y los lazos, los que une la música y los de sangre. Para muchos un regreso muy ansiado, para otros, un descubrimiento. Todos ellos, cantando a todo pulmón bajo una noche estrellada y la brisa dorada erizando la piel.

Viajó hasta sus orígenes. Se le quebró la voz al recordar sus primeros años y todo lo que ha transitado desde entonces, mientras una sonrisa se le dibujaba en el rostro.

“En este show queríamos hacer algo que nos llevara a mucho tiempo atrás, algo que nos hiciera recordar momentos especiales, algo que nos transportara…y salió esto. A mi me encanta. Yo recuerdo muchas cosas, muchos momentos, muchas veces con esos temas, Murcia.”

Sonrió con la picardía de un niño que recuerda una travesura, se colocó la mano en la cintura y levantó su vestido corto, dejando ver el body negro que llevaba debajo. Se llevó el dedo índice a los labios, guiñó un ojo y bailó con el cuerpo libre y la intención clara.

Saltó mucho con una energía inagotable y contagió de buen humor y alegría a todos a su paso.

“Que se entere el mundo que de amor también se muere”, se cantó con una pasión desmesurada. La plaza de toros se llenó de abrazos, mientras en el escenario, Malú agitaba los brazos, y en un gesto burlón se reía de su movimiento descoordinado, que rápidamente corrigió.

La noche también tuvo eso, momentos en los que la artista, lejos de disimular, remarcó algún error. Riéndose de sí misma, de algún tropiezo, o equivocación en la coreografía.

La Malú que ha atravesado Mil batallas y ha resurgido, más fuerte y valiente, también se permite equivocarse y reírse de ello, con la libertad de quién no se encasilla en la perfección.

Para el final, se produjo otro de los momentos más emotivos. Tras sonar los primeros acordes de ‘Blanco y Negro’, los carteles se alzaron. En los que se podía leer: “Por fin has vuelto, aunque tu nunca te fuiste”. Con un público que cantó dejándose el cuerpo y el alma esa noche, ante una Malú que solo pudo alzar los brazos y aplaudir.

Murcia cantó y bailó mucho; y el grito de “Vivir en libertad” se extendió más allá de los muros.

“Murcia, yo te quiero. Te quiero desde hace ya mucho tiempo. Ayer veníamos en el coche y decíamos: ¡ya no se hacen cosas de música! Porque yo me acuerdo cuando nos veníamos tres días para una gala que era Murcia, que hermosa eres. Y nos pasábamos aquí tres días maravillosos, en un hotel estupendo para hacer una pedazo de gala… La cantidad de veces, como me lo he pasado y como he disfrutado yo de Murcia, de sus murcianos.
De verdad que probablemente sea la vez en mi vida que más estoy disfrutando de cada segundo que piso este escenario. ¡Gracias, gracias y gracias de todo corazón por haber estado esta noche aquí! Espero en el alma que hayáis disfrutado de este show que solo hemos hecho para vosotros y nadie mas. Y espero de corazón que el alma les sonría un poquito más cuando estéis fuera de aquí. ¡Gracias Murcia!”

Dijo, luego de haber desprendido con fuerza la falda con flecos que llevaba puesta, para finalizar a todo baile con ‘Como una flor’.

Y se fue con el pelo al viento y los pasos firmes, en mitad de una ovación que gritaba “¡Te queremos!”.