Volvió el Cosquín Rock a Uruguay, volvió el pogo más grande.

Cosquin Rock

El Cosquín Rock es mucho más que un festival, mucho más que un fin de semana donde puedes disfrutar de una diversidad de bandas nacionales e internacionales, mucho más que el pogo desenfrenado y rabioso. El Cosquín Rock es una experiencia en sí misma. Hay una especie de burbuja que se crea, donde el tiempo se detiene, los bronquios se relajan y se ensanchan y la música fluye a través del cuerpo, actuando como disparador de endorfinas. Y siempre, siempre, es una experiencia colectiva.

Anoche estaban todos los ingredientes para celebrar la música, el goce y los encuentros. Y más allá de una grilla variada y con fuertes exponentes del rock, pop y el rap, estaban las ganas. Las ganas de ocupar espacios, de confluencia, y el recuerdo de aquellos días de rock y multitudes. Porque después de cuatro años, el Cosquín Rock volvía a estas tierras en modalidad presencial, para llenar el vacío de esos fines de semana en los que pasaban miles de personas y más de una treintena de bandas, para todos los gustos.

De Dillom y Zeballos a Skay y los Fakires y Ciro y los Persas. Crónica del día 1

Eli Almic fue la encargada de abrir el escenario Antel. Ese twin que estaba ubicado en el predio principal. Nunca es fácil ser la primera artista en subirse al escenario, e inaugurar el movimiento del día. Pero la uruguaya, con sus letras críticas y contestatarias, logró congregar a más de la mitad de los presentes, quienes se unieron a la marea de hip hop feminista que desplegó. Invitó a cantar a Lucía Ferreira, que amortiguó su hip hop duro y directo. Mientras, en el escenario Renault, Orbitando Marte preparaba las canciones de su homónimo y desplegaba un pop suave y melódico.

Las mantas en el suelo, la gente sobre el pasto, la cerveza de por medio. Por momentos la imágen parecía de otro lugar, con reminiscencias de otros tiempos. Sin ánimos de romantizar la vivencia, hay postales que serán mucho más que una etiqueta de instagram con filtro cinematic.

Foto: Valeria Ornos

Inmediatamente después, a su lado, el ex Once Tiros irrumpió con su rock furioso y una energía avasallante. Su nuevo proyecto, Mota, conserva la esencia de su anterior banda, pero con un sonido más disonante y duro.

Y si para la hora en la que el sol comenzaba a arrimarse al horizonte, la presión sonora ejercida por Mota no fue suficiente para disparar el cuerpo, Dillom despertó hasta los muertos con la estridencia de su hardcore punk. Su álbum debut, “Post Mortem”, es una declaración audaz de sus miedos más profundos, lleno de letras oscuras y retorcidas. Y eso fue justamente lo que mostró en “Pelotuda”, “Rili Rili” o su más reciente “Ola de suicidios”. Salió al escenario con una remera “manchada” de sangre, arrastró un “cadáver” por el escenario y luego lo tiró al público, para simular una “ola de suicidios”. Su paso trash provocó un pogo unánime y agresivo, que cambió con la misma rapidez hacia un pop por momentos hasta cute, con “bicicleta”, “220” y “La Primera”.

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Dillom / Foto: María Noel Robaina

Una hora después, Usted Señalemelo cerraba su gira latinoamericana, luego de haber actuado en países como México, Colombia, Ecuador, Paraguay, Chile y por supuesto, su Argentina natal.

Usted Señalemelo trajo una propuesta musical poderosa que ofreció una verdadera montaña rusa de sentimientos. Desde temas como “Nuevo Comienzo”, “Las flores sangran” , “Siento” o “Agüetas” hasta “Mañana” o “Bing Bang”, que hicieron bailar al ruedo con sus melodías etéreas.

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Usted Senalemelo / Foto: María Noel Robaina

Para los fundamentalistas del rock, la presencia de Skay y los Fakires fue más que celebrada. El ex guitarrista de los Redondos hizo un recorrido por los temas más icónicos, entre los que no faltaron “Ji-Ji-Ji” y “Todo un palo”, provocando un pogo bien rockero, donde se revoleó todo lo que había en mano.

Al fondo, la proeza era de Leandro Sánchez, que tocaba la batería con una sola mano con total naturalidad, ya que la otra la tenía enyesada.

También hubo tiempo para composiciones propias, como “El Golem de Paternal”, “Yo soy la máquina” y “Tal vez mañana”. La viola afilada y esa prolijidad en los riffs, desató una ola de la vieja escuela.

Skay y los Fakires / Foto: María Noel Robaina

Ya sobre las 21 horas salió al escenario Antel una Marilina Bertoldi muy rockera. Entró en personaje rockstar y desplegó lo mejor de su último disco, “Mojigata”. Irreverente y salvaje, con un fuerte énfasis en las guitarras, Marilina sabe como conectar con el público. Sus movimientos feroces y sugerentes provocaron un éxtasis colectivo y desenfrenado.

También hubo espacio para “Prender un fuego” y “Sexo con modelos”, que enloqueció a un público sobre la valla, conformado principalmente por mujeres.

Marilina Bertoldi / Foto: María Noel Robaina

Casi entradas las 22 el ruedo estaba que explotaba. Las banderas tomaron el protagonismo. Es cuando uno se da cuenta que viene La Vela Puerca. Abrieron con “Sin avisar” y no se necesitó más para que se produjera la mayor congregación de gente hasta el momento. Sonaron los clásicos de los primeros años, como “Potosí“, “El viejo”, “Zafar” o “Llenos de magia”, junto a Federico Morosini como invitado. Pero también, temas de su último disco “Discopático”, como “Tormenta” o “La Pastilla”.

A esa altura el descontrol era inevitable. Y en el medio del show, un anuncio: el retorno de Hereford. Momento que también aprovecharon para celebrar la participación de Mota en el Cosquín.

La Vela Puerca / Foto: María Noel Robaina

Cuando ya se habían despedido, y los músicos dejaban el escenario, Sebastián se queda para interpretar a guitarra y voz, “José Sabía”, transformando la Rural del Prado en un gran coro.

Mientras tanto, en el escenario Renault Sara Hebe agitaba con una propuesta más punk. Le dio el gusto a quienes no pararon de cantar sus canciones, de interpretar “Asado de Fa” y “El Marginal”. Y también cantó “Made in Taiwán”, el single que lanzó un par de meses atrás.

Inmediatamente después que Sebastián Teysera dejara el escenario, cinco minutos más tarde de lo pautado, salió Andrés Ciro Martinez, con su banda. Pusieron a bailar a todos desde el minuto uno con “Taxi Boy”. El primero de varios clásicos de Los Piojos que recorrería durante la noche.

Con su andar característico y la armónica en mano Andrés envolvió el ruedo de un éxtasis místico que llegaba hasta las afueras del perímetro, donde se congregó un número importante de personas.

Siguió con “Barón Rojo” y “Babilonia”, pero uno de los momentos más emotivos se produjo cuando interpretaron “Canción de Cuna”, creando un mar de luciérnagas entre el público. Y por supuesto, cuando sonó “Tan Solo”, el goce fue total. Siempre es un placer escuchar ese clásico atemporal, el que fue protagonista de tantos fogones de la adolescencia, de reuniones de guitarra y cerveza con amigos.

El pogo enardecido hizo vibrar el escenario con “Ciudad animal” y terminó de explotar cuando sonó (y como no) “Como Alí”.

Julieta Rada se subió a cantar “Por Cel” y aprovechó para anunciar que va a estar dando un show en la Sala del Museo en el mes de junio.

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Ciro y los Persas / Foto: María Noel Robaina

Ya para el final, vinieron los noventosos “Farolito” y “Muévelo” que hicieron imposible de detener el pogo, para despedirse por todo lo alto con “Astros”, y el anuncio que terminó de coronar su actuación magistral. Ciro y Los Persas pasarán por el Antel Arena en noviembre.

El fin del día de ayer trajo una propuesta variada, entre el rock suave de Los Espíritus, el rap introspectivo de Zeballos y el enérgico punk rock de Trotsky Vengarán, que cerró entrada la madrugada, dejando toda la manija para el día de hoy.