Divididos: “Acariciando lo áspero”. El disco que impulsó a la banda de Mollo

Divididos

El segundo disco de Divididos fue el que marcó la distancia entre la época Sumo y Divididos. En poco de más de 36 minutos la banda de Ricardo Mollo desarrolla un trabajo rockero sin fisuras y con un sonido directo.

El trío formado por Mollo, Arnedo y Gil Solá renueva la energía que habían desplegado en el primer disco y explotan todo desde el tema uno. Aquellos primeros años transcurrían entre un nostálgico sonido Sumo y la necesidad de generar un rock nuevo para distanciarse de su antigua banda. Pero justamente esa distancia sonora que buscaban entre Sumo y Divididos fue lo que hizo que este último grupo no contara con el total apoyo de los seguidores de la banda de Luca Prodán. Los fans esperaban una continuación del sonido Sumo.

En el primer disco de Divididos aún resonaban los ecos de aquel grupo ya disuelto. Pero Mollo y Arnedo buscaban más. No sentían que Divididos tuviera que ser la continuación de nada, sino más bien una banda nueva. Y eso, costó que se entendiera por parte de los seguidores.

Divididos empieza la década con ‘Acariciando lo áspero’ y ese nuevo sonido tan buscado aparece. Un hecho importante para eso fue la inclusión de un nuevo baterista: Federico Gil Solá tenía una extensa y muy interesante trayectoria, sobre todo en Estados Unidos. Con diferentes grupos llegó a telonear a Dead Kennedys, REM, The Cure, Avengers o Steve Ray Vaughan entre otros artistas de reconocida trayectoria. Federico le aportaría una fuerza explosiva más extrema a Divididos. Sus golpes a los parches sonaban duros, contundentes y sutilmente precisos para el estilo que se estaba generando.

En este trabajo discográfico Divididos incursiona en sonidos más directos, desde un rock más duro a funk, con unos bajos que tomaban constantemente el protagonismo de los temas. Los dedos virtuosos de Arnedo trabajan sobre el acero de las cuerdas del bajo como no lo habían hecho nunca. Arnedo se roba los ritmos funkies, a su modo canta con su bajo a dúo con la excelente voz de Mollo.

Y así, con un sonido que era novedoso para la actualidad del rock argentino, la banda empieza su escalada a la masividad. De este gran disco surgen varios éxitos individuales.

Los éxitos dentro del éxito de ‘Acariciando lo áspero’

El 38

El disco arranca con el tema ‘El 38’, que más decir. La canción detona rock desde el primer momento. Los platillos marcan un tempo que presagia que todo pronto va a reventar. Una guitarra con notas abiertas Mi, Re y Sol y la particular voz de Ricardo que canta, dice o grita muy afinadamente;“El 38 / Está cargado /…”
Hasta que Arnedo interviene estallando la canción con su bajo, los dedos repiqueteando las cuerdas de metal. Y la aplanadora del rock empieza su camino al mito.

Sábado

Empieza con un juego en la bata, una acentuación, un doble golpe al tacho, como si, sin quererlo (¿o si?)  viniera de la finalización del tema anterior. Porque si bien son distintos, el duro rock de ‘El 38’ al del exquisito funk rock de ‘Sábado’ perfectamente podrían ser una única y alucinógena canción.

Un jueguito de golpes en el tacho, y los dedos de Arnedo rompen con excelente y pegadizo funk, sin pretensiones de virtuosismo innecesario. Como también es delicada y sutil la aportación de los efectos de la guitarra Mollo. El tema fluye natural. Nada parece forzado y con momentos donde el rock predomina con guitarras más distorsionadas y bajos más directos y puntuales, que no se parecen en nada al juego funk del los primeros acordes.

‘Sábado’ es un excelente canción desde la lírica.

Aunque abordar el tema de las letras es algo difícil con cualquier artista. ¿Realmente siempre entendemos lo que el artista quiere decir? ¿Ya sea un músico, un artista plástico o un poeta o un trovadador de canciones medievales? Si entendemos realmente el trabajo, el artista será comprendido. Pero si cuando oímos una canción o vemos una hermosa pintura renacentista y esta nos despierta alguna sensación, emoción o recuerdo. Si esa obra nos conmueve, aunque no tenga nada que ver con lo que el artista quiso decir. ¿Aún sería siendo una buena obra del autor?

Hacer arte es conmover al alma.

‘Sábado’ refleja cosas que por los años ’90 no se decían, según contó Mollo alguna vez en una radio. Detalla situaciones con personas asociadas a la noche. Aunque nunca lo dejaron muy claro, también se menciona una anécdota en un taxi donde el tachero les dice que los rockeros solo cantan “Bésame, Bésame”. 

Tal vez no se sepa nunca el verdadero significado.

Pero si esa canción te generó alguna sensación, si te hizo mover los dedos al ritmo, si te emocionó. Esa canción es arte. Y no importa lo que quiso decir Mollo o Arnedo. Es arte.  

Ala Delta

La intro de la canción nos trae a la memoria el sonido Sumo. El bajo con efecto juega con el swing de las notas, y la guitarra y la bata solo acompañan y acentúan el muy buen sonido de Arnedo en el bajo. La voz de Mollo entra suave. Nada de estridencia. Una entrada sencilla.

Vuelve a resonar el recuerdo de Luca cuando Ricardo Mollo dice por primera vez la palabra “barrilete”, creo que ningún fan de Sumo puede no imaginarse a Luca cantando con esa mezcla rara de tano y porteño.

En cuanto a la parte letrística, Arnedo y Mollo contaron que cierta vez pasaron por un lugar de comidas; y en la plaza se vendían barriletes, algunos de ellos surcaban el cielo. Vieron de fondo una virgen en lo alto de una iglesia, y debido la cantidad de sustancias que los músicos habían consumido, daba la impresión que la estatua de la virgen estaba haciendo ala delta.

Aunque, claro esta, hay varias versiones. Incluso se nombra a una artista que por aquella época era el amor de uno de ellos y que la canción sería dedicada a ella.

Voodoo Chile

Es un cover de Voodoo Child del legendario Jimi Hendrix. La potencia con la cual tocan el tema y un dejo psicodélico que le agregan muy por debajo hacen que esta tema sea ahora un clásico de los Divididos. Es uno de los que no faltan en sus conciertos, ese que siempre deben tocar en vivo. Y es un goce, siempre, escuchar música de Hendrix.

Si bien el disco es un completo cohete que despega al espacio, estos temas fueron los que más repercusión tuvieron. Los que más tiempo han estado en buenas posiciones en los rankings de las radios.

Una vez escuchado ‘Acariciando lo áspero’ es casi una cuestión de orden que a la banda se le pase a llamar “La aplanadora del rock”.

A pesar de ser un gran disco, no contó con un buen presupuesto de la compañía discográfica. Así que ellos mismo se encargaron de hacerlo llegar a los oídos de la gente.

En el año 1992 realizan una serie de conciertos en el Estadio de Obras, lo cual sería el despegue definitivo de la banda, que se consolida totalmente cuando sacan el disco ‘La era de la boludez’ en 1993

Treinta años no son nada cuando la buena música te estalla en la cabeza.

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