Daniel Drexler y un espectáculo para disfrutar con todos los sentidos

Daniel Drexler, Canelones

Aire es el octavo álbum del cantante y compositor uruguayo Daniel Drexler, un redescubrimiento de viejas canciones que adquieren un nuevo significado, un viaje introspectivo a sus 20 años de trayectoria.

Con una gira y promoción postergada por la pandemia, recitales y viajes en espera, el disco aguardó el momento indicado para disfrutarse con público presente.

Grabado en 2019, parece a medida de los tiempos actuales, de distanciamiento social y barbijos, donde precisamente el aire llevó a repensar la manera en la que nos enfrentamos al mundo. Un disco premonitorio, sutil, justo. 

Luego de presentarse el pasado mes en Piriápolis y este 4 de septiembre en La experimental de Malvín, llega el turno de encontrarse en los escenarios con público presente en Canelones. 

El show es transmitido vía streaming, se disfruta más allá de fronteras. Las cámaras están encendidas, los protocolos en tiempos de covid, a la orden del día.

A las 20:05 se abre el telón. Daniel acompañado únicamente por su guitarra comienza a tocar los primeros acordes. El tema de apertura es Volver al principio. Luego de un parate obligatorio por la actual emergencia sanitaria, aislados, en la soledad de una cuarentena, donde el exámen de nuestros propios pensamientos y emociones ocupó un lugar fundamental,  ‘Volver a lo simple, a la reconección con lo que siempre fue‘ ha sido una constante necesaria.

La elección no podría ser más pertinente, tan solo un adelanto de lo que sería la noche. El eco de su voz envuelve la sala, que acompañado de los acordes de la guitarra, producen una sensación de caricia, un abrazo.

“Estuve mucho tiempo fuera de los escenarios, mucho tiempo extrañando esta magia que se produce arriba de las tablas” – Un sentimiento compartido por quienes viven los espectáculos a ambos lados del escenario.

Seguido por Palermitana, la sutileza se hace presente. Daniel se acerca al borde del escenario, busca la mirada de los presentes, dialoga a través de sus estrofas, acorta distancias.
El protocolo de seguridad se cumple con prolijidad, la primera fila, como en todos los espectáculos presenciales, se encuentra vacía. Daniel de alguna manera desdibuja la lejanía, susurra, invita a acercarse más allá de la distancia física.

Un recorrido evolutivo

De a poco los presentes captan el mensaje, y tímidamente comienzan a cantar por lo bajo, el estribillo ¿Por qué la infancia es tan corta? 

La reflexión se maniefiesta en una canción que como él mismo menciona, es “de protesta biológica evolutiva”.
La añoranza de una etapa donde todo es nuevo, donde predomina la capacidad de asombro, la inocencia, la creatividad y lo lúdico. Es una reivindicación de ese “pedacito de 10,12 años que quedó escondido en el baúl de las cosas preciosas”.

Y luego de infancia corta y rápidamente olvidada, con el comienzo de la edad adulta llegan las responsabilidades y nuevas prioridades: el Dinero. Una canción circular: “Si genero dinero no vivo mientras genero dinero. Cuando empiezo a sentir que estoy vivo, se empieza a acabar el dinero”.
Una constante a lo largo del disco, el tiempo que se escurre entre los dedos, las paradojas de la vida. La contradicción de encajar cada pieza en su lugar en una existencia tan corta, y a la vez querer desarmarlo todo, porque el desorden y la despreocupación, tienen su disfrute.
Dinero, dinero…. la voz resuena en un eco que nuevamente recorre la sala y envuelve a los presentes.

La noche venía de presentación, y además de un repaso por los temas que componen su último disco, durante la época de encierro y con más tiempo libre, hoja en mano y guitarra de por medio, surgió prácticamente otro disco. A si que, anécdota mediante, nuevos temas se fueron colando durante la noche. 

“Aunque no estén terminadas, me gusta mucho presentar las canciones en el estado en que están ahora, vírgenes” – comenta. Un pequeño experimento del artista para medir la reacción espontánea de los temas que se escuchan por primera vez en directo.

Es el caso de El faro de Santa María, una canción donde se puede sentir el viento en la cara. La estimulación sonora a través de su propia voz dibuja el escenario y se produce el viaje. Daniel te traslada al lugar. Se escucha, se percibe, se palpa… Estamos en el faro de Santa María.

Con el foco sobre él transformándolo en el faro de la noche, las emociones se intensifican, las líneas invitan a la serenidad, a la reflexión y a la paz interior. 

Fotografía: María Noel Robaina

El momento más intimista se dio al llegar Rinconcito, un tema compuesto a la penillanura uruguaya, a sus suaves ondulaciones que dibujan un “horizonte que parece respirar”. En palabras, Daniel visualiza previamente la canción y cuenta cómo surge… una antesala estética para el oyente. La belleza de  las simples cosas, el movimiento tranquilo de un paisaje que invita a soñar. 

A medida que la noche avanzaba, una nueva canción se fue colando: llegar a donde pida el corazón. Suena sin explicación previa, es un tema interactivo donde el público acompaña con su misma calidez.

Es la vuelta a los escenarios, el reencuentro cara a cara con el artista, el ida y vuelta que ocurre de forma presencial. Luego de tantos meses donde la cultura se vio postergada por la emergencia sanitaria, poco a poco los teatros comenzaron a levantar bambalinas y las luces se encendieron. Con aforo reducido, con distancia de seguridad, pero presenciales al fin.
Y como adelantaba Drexler temprano, esto es un volver al principio


Le toca el turno a Salvando la distancia, un tema originalmente compuesto pensando en la distancia que lo separa de sus hijas cuando está de gira. Un tema que hoy en día adquiere un nuevo significado.
Sentirnos cerca a través de la música, salvando la distancia, es algo sobre lo que nos hace reflexionar. Quizá el tema más significativo del disco. Una fotografía de lo que viene siendo la noche. Una noche con la voz como protagonista, llena de sensibilidad.

Bajan las luces, Daniel se sienta a un costado del escenario y, mientras afina su  guitarra nos presenta a  Sheiko, un tema compuesto para su amigo de la infancia, Carlos Riveiro. Los recuerdos se reflejan en su mirada y en la sonrisa que se dibuja, mientras  comparte momentos de su niñez. Su voz llega cariñosa, dulce, íntima.

Al finalizar este tema Drexler se aleja de su guitarra y camina hacia el borde del escenario. Con tan solo un foco que lo ilumina, nos introduce en el término Entropía. Daniel dialoga con el cuerpo, con sus gestos faciales, con sus manos, busca entre los presentes las miradas. Es La voz de la diosa entropía, una pausa, un bajar la velocidad y relax… disfrutar el tiempo presente.

La noche se acercaba a su final y el repertorio coronaba con Full time, Febril remanso, Santa Rosa y el broche de oro, 2021.
Aquí la intención de vivir la vida adquiere una dimensión poética. “La alegría es el presente, la esperanza es el futuro” .
Es un perseguir la utopía… una manera de sentirnos vivos.

Como reflexión final, el artista nos deja un pensamiento de Martin Luther King:

“Aunque supiera que el mundo se acaba mañana, igual plantaría mi naranjo”

Así culminaba una velada cargada de sensibilidad, un recorrido por las etapas de vida del artista y las propias. Introspección, el traslado a otros paisajes a través de la sonoridad, donde las caricias llegan más allá del distanciamiento, y el aire se siente en la yema de los dedos, cosquillea el rostro. 

Un espectáculo para disfrutar con todos los sentidos.

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