El show de Camilo en el Antel Arena

Camilo

La música tiene el poder de sanar, de unir corazones rotos y de teñir el alma con los colores de la esperanza. En una noche mágica, el Antel Arena se convirtió en el epicentro de estas emociones, al recibir a Camilo, el artista colombiano que, descalzo y vestido de blanco, nos llevó en un viaje sonoro por las páginas más íntimas de su repertorio.

Desde el momento en que sus pies tocaron el escenario, la energía fluyó como una corriente eléctrica. Con un bombo bautizado como Índigo, en honor a su hija junto a Evaluna Montaner, Camilo nos guió por las sinuosidades de su alma musical. El baile colectivo se desató con “Kesi”, y el Arena Arena se transformó en un lienzo efervescente al son de “Ropa cara”, donde las marcas de lujo fueron parodiadas con la gracia única de Camilo.

La conexión con su audiencia alcanzó su cenit cuando, en un gesto de complicidad, invitó a aquellos con el corazón roto a iluminar el recinto con las linternas de sus celulares. La mitad del recinto se volvió un mar de destellos, y en ese instante, Camilo nos recordó que el dolor es efímero y compartido. Sentado en el borde del escenario, descalzo y con una calma que solo los grandes poseen, entabló un diálogo íntimo con los corazones rotos. “El dolor que están sintiendo va a pasar, y ustedes no están solos”, aseguró con la sinceridad que lo caracteriza.

Luego, como el narrador de un cuento de desamor, tomó su teclado y acarició las notas de “Manos de tijera”. La melodía se convirtió en un bálsamo para el alma, provocando lágrimas entre el público. “No te culpo, yo sé que vas a rehacer tu vida, / Lo único que quiero que tú sepas, / Es que yo no puedo rehacer la mía”, cantó con una delicadeza que trascendió lo musical.

Foto: María Noel Robaina

La presencia de Evaluna en el escenario marcó un nuevo capítulo en la velada. Juntos interpretaron “Por primera vez” y “Machu Picchu”, dos odas al renacer y a los nuevos comienzos. Camilo, con su voz característica, desveló sus ruinas emocionales mientras la platea recibía la gratitud y emoción que manifestaba a cada instante.

El espectáculo alcanzó su punto álgido con una sucesión de éxitos continentales. “Desconocidos” se presentó en una versión acústica, y el público coreó con fervor himnos como “Vida de rico” y “Tutu”. Incluso, logró que sus padres se sumaran al júbilo al bailar la bachata “Ambulancia”.

En mitad de la noche, Camilo reconoció a los jóvenes que vivían su primer concierto. Mientras tanto, imágenes proyectadas en la pantalla gigante, tomadas previo al show, se sucedían detrás de él. “No hay nadie como ustedes, son únicos y vale la pena ser quienes ustedes son”, afirmó con un brillo de complicidad en sus ojos.

El aplauso de su Tribu lo abrazó en un gesto de unidad. La magia de Camilo reside en la capacidad de remover sentimientos y crear momentos que perduran, abrazando su dulzura y empatía. Anoche la música fue ese lazo invisible que unió a la tribu, tejiendo recuerdos imborrables en cada nota.

El colombiano claramente se estaba divirtiendo, y se notó. Se lo estaba pasando bomba, y el público también. Tiene carisma y es inevitable: la gente se lo pasa muy bien en sus shows.

Camilo en el Antel Arena
Foto: María Noel Robaina